Historia de una condenada que se apareció después de su muerte


Read by Alba

(4.8 stars; 4 reviews)

En una ciudad de Perú, una chica de dieciséis años, llamada Catherine, murió de repente, cargada de pecados y culpable de varios sacrilegios. En el momento en que expiró, su cuerpo se infectó de tal manera que no pudieron dejarlo en la casa y hubo que sacarlo al aire libre para librarse un poco del mal olor.

Enseguida se oyeron aullidos parecidos a los de un perro. El caballo de la casa, que era muy manso, empezó a dar coces, a agitarse y a golpear con las pezuñas, intentando librarse de sus ataduras, como si alguien le hubiera atormentado y azotado con violencia.

Unos momentos después, un joven que estaba acostado y dormía tranquilamente, sintió que alguien le agarraba con fuerza del brazo y le tiraba de la cama. Ese mismo día, una criada recibió una patada en el hombro, sin poder ver quién se la daba; conservó la señal varias semanas.

Todas estas cosas se atribuyeron a la maldad de la difunta Catherine, que fue enterrada inmediatamente con la esperanza de que no se apareciese más. Pero al cabo de algunos días, se escuchó un gran estrépito causado por tejas y ladrillos que se rompían. El espíritu, invisible, entró a plena luz del día en una habitación donde se encontraba la señora con toda la gente de la casa; cogió por el pie a la misma criada a la que ya había golpeado y la arrastró por la habitación a la vista de todo el mundo, sin que se pudiera ver quién la maltrataba así.

Al día siguiente, cuando esta pobre chica, que era, al parecer, la víctima de la difunta, iba a coger ropa en una habitación del piso superior, percibió a Catherine, que se ponía de puntillas para coger un florero que estaba en la cornisa. La chica pudo escaparse en ese momento, pero el espectro, una vez que se hubo apoderado del florero, la persiguió y se lo tiró con fuerza. El ama, que había oído el golpe, acudió y vio a la criada temblando y el florero roto en mil pedazos; ella, por su parte, recibió un ladrillazo que afortunadamente no le hizo ningún daño.

Al día siguiente, cuando la familia se encontraba reunida, vieron que un crucifijo, que estaba sólidamente clavado en la pared, se desprendía, como si alguien lo hubiera arrancado con violencia, y se rompía en tres pedazos.

Resolvieron exorcizar al espíritu, que continuó haciendo fechorías mucho tiempo, y sólo lograron desembarazarse de él después de muchos esfuerzos.


Este libro pertenece a la colecciòn Alba Learning.