El rayito de sol
Fabio Fiallo
Read by Alba
A Andrés Mata
Oh Silfo, dulce Silfo de los sueños, no retengas hasta después del alba a mi amada en su blando lecho, nido de seda, crisálida de blondas; abrevia, abrevia tus cuentos de hadas, y esas canciones deliciosas que en su alabanza te dijo un barbudo Gnomo, príncipe, músico y trovador.
Por la celosía de la alcoba donde se eleva aquel blando lecho, –nido de seda, crisálida de blondas–, penetró curioso el primer rayito de sol de una fresca mañana de Abril. ¡Oh, qué deliciosa mansión! exclamó, mientras aspiraba con deleite el ambiente que mi amada impregna del aroma de su carne. ¿Estaré por ventura en el camarín de Primavera, mi hermosa amiga?
Y cautelosamente se acercó al lecho.
Quedóse extático el rayito de sol. –No, no es Primavera, no es mi dulce amiga, prorrumpió en una explosión de sorpresa y despecho en que la envidia se rompía de admiración. Primavera es más sonrosada, pero menos bella. Ni hay rosa recién abierta que tenga la fragancia de esta flor que es su boca, ni lirio que rivalizar pueda en blancura con este cándido cáliz que es su garganta. ¿Será... la Noche? Oh. sí, la Noche es; la bella, la pálida, la casta Noche, con su manto de sombras luminosas. –El deslumbrado rayito creía sombras luminosas el haz incomparable de cabellos esparcidos sobre la almohada en desorden encantador.
–He aquí, añadió mientras besaba las negras pestañas que el sueño mantenía unidas, he aquí las flechas, las sutiles flechas que en las altas horas del silencio hieren de amor el corazón de los mortales felices y que ahora velan la luz de los dos luceros crepusculares.
Si no me persiguieran las Horas importunas con Su incesante y fastidioso tic-tac, ¡ay! con cuanto placer quedaríame en este delicioso sitio.
¿Y por qué no?... Acaso no podré esta vez siquiera, satisfacer mi deseo, cumplir mi ambición, y ser feliz?
Esto diciendo, hizo un precioso mohín de niño voluntarioso, sacudió la ensortijada cabellera en son de reto, plegó las alas, y quedo, muy quedo, se acostó sobre el seno de la adorada con la frente como hundida entre dos puñaditos de jazmín. Y dulcemente embriagado, se durmió...
***
Vosotros recordáis, ¡oh, mis camaradas! aquella mañanita de Abril que se prolongó por todo un día. Los graves doctores de la ciencia pronosticaron un cataclismo y la religión un castigo. En tanto, mientras la Horas trastornadas vagaban en silencio, vosotros para ahuyentar el tedio, huésped importuno de nuestra mesa de bohemios, escanciabais el opalino absinthe, y reíais estrepitosamente de la ciencia, de la religión y de mí; de mí sobre todo á quien aquel rayito de sol hacía desesperar de celos.
Oh, Silfo! dulce Silfo de los sueños, no retengas hasta después del alba a mi amada en su blando lecho, –nido de seda, crisálida de blondas; –abrevia, abrevia tus cuentos de hadas y esas canciones hechiceras que en su alabanza díjote un barbudo Gnomo, príncipe, músico y trovador. Que un rayito de sol, oh dulce Silfo, no vuelva a provocar las sarcásticas carcajadas de mis compañeros de bohemia, ni á irritar mis celos.
Este libro pertenece a la colecciòn Alba Learning.
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El rayito de sol | 7:48 | Read by Alba |